Consideraciones a tener en cuenta para la poda de la vid.

En su estado natural la vid es una liana trepadora cuyas ramas, llamados sarmientos, pueden alcanzar hasta 30 metros de longitud. Sólo prosperan las yemas situadas en los extremos porque reciben más savia, y las yemas situadas más cerca del tronco no brotan. La producción de frutos no guarda proporción con el desarrollo frondoso de la vid. Si bien produce numerosos racimos, las uvas tienen un tamaño reducido y maduran difícilmente, por lo que su calidad es muy deficiente.

El objetivo de la poda consiste en reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad. La poda alarga la vida de la vid y asegura la cosecha de un año para otro. Permite también adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva para facilitar las tareas del viticultor.

TIPOS DE PODA:

Existen muchos tipos de de poda, pero las más utilizadas son estas que os presentamos:

  • Poda de invierno o poda en seco.

Se realiza cada invierno, después de la caída de las hojas y antes de que vuelvan a salir los nuevos brotes, cuando la planta se encuentra en estado vegetativo o dormante y que ha bajado la circulación de la savia. Sirve para eliminar los  sarmientos de la temporada anterior y recortar las maderas de dos años y más, y favorece la regeneración de la planta. No se debe podar con temperaturas demasiado bajas debido a que las heladas vuelven la madera quebradiza y ésta se puede astillar con los cortes. Además, con temperaturas bajo cero la madera tarda más en cicatrizar y corre más riesgos de sufrir enfermedades como la yesca y la eutipiosis.

  • Poda en verde.

Complementa la poda de invierno y se realiza sólo si han crecido demasiado los brotes, para rebajar el rendimiento de la planta y obtener así una mejor calidad de las uvas. Se realiza al final de la primavera, una vez que la vid ha brotado. Se eliminan las yemas, los pámpanos (sarmientos verdes jóvenes) y las hojas sobrantes para descargar la planta, pero se eliminan también los brotes mal ubicados que serán poco fértiles (situados por ejemplo demasiado cerca del suelo o a los que no llega bien la luz solar).

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  • Poda en vaso.

Se caracteriza por un tronco corto y tres o cuatro brazos que se abren como un abanico. Facilita la aireación de la cepa y acerca el fruto al suelo lo cual es bueno para la temperatura de maduración pero supone un inconveniente fitosanitario, además de que dificulta las labores mecanizadas. Siempre hay que intentar dejar dos yemas en el sarmiento de la parte más baja de cada pulgar para evitar el alargamiento y envejecimiento de la cepa.

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  • Poda en Cordón de Royat.

Originaria de la región de Ariege (Francia). Se caracteriza por tener uno o dos brazos horizontales de unos 40 cm de longitud situados en la dirección del empalizado sobre el hilo portador a un mínimo de 60 cm del suelo.

Durante tres inviernos debemos llevar a cabo la formación de la cepa, el primero se poda dejando dos yemas en un pulgar. En el segundo, se deja subir el sarmiento más recto y se elimina el resto. Hay que despampanar las yemas inferiores del sarmiento seleccionado, dejando 3 ó 4 yemas para seleccionar después los dos brazos. En el tercer invierno, se constituye el brazo eliminando las yemas inferiores y dejando tres pulgares por brazo.

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La realidad es que por diversas causas y especialmente en las grandes explotaciones vitícolas el período de la poda invernal se dilata cada vez más. Este es un factor más a repercutir en la salud de la vid a largo plazo.

“Lo principal: evitar grandes cortes, podar en el medio del entrenudo,

tijeras afiladas y desinfectadas”

Para unas enfermedades recomiendan podar cuando los cortes lloran, para así evitar que se posen las esporas que arrastra el aire. Para otras se recomienda podar sin lloros y con tiempo seco, aplicando un fungicida al punto.

A mí me llamaba la atención hace años ver a ciertos podadores viejos que preferían dejar alargar algo las vides antes que tener que dar grandes cortes. Ahora veo que como tantas veces, tenían razón. Contemplar viñas casi que centenarias con tan pocas faltas es la mejor demostración.

En fin, tijeras muy bien afiladas que den cortes limpios para que resbale mejor el agua de las lluvias y de los rocíos. Podar de por medio del entrenudo o por el diafragma del nudo siguiente. Una poda bien hecha, comenzando por la formación, y a ser posible realizada siempre por el mismo viticultor o como mínimo siguiendo un criterio, va a contribuir a la longevidad de la planta.

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